viernes, 28 de febrero de 2014

Yo también he llorado a Paco de Lucía



Hola Pedro:

Te duele la muerte de Paco, ¿verdad? Y hasta alguna lágrima se te ha escapado me dices. Me preguntas si ello es normal. ¿Qué si es normal? Querido Pedro, todas las muertes duelen. Todas las muertes se sienten. Morirse es un hecho único e irrepetible que le sucede a cada ser humano. Por tanto, ante semejante acontecer el género humano muestra su total desconocimiento del “día después”. De este hecho no hay estadísticas ni experiencias acumuladas. Nadie lo contó tras irse.

Aunque dé la impresión de que pocas veces la vida de los demás nos preocupe, sin embargo, ello no es así. Sobre todo, cuando tenemos ciertos vínculos y afectos a alguien al que le tenemos gran consideración pese a que no le rocemos. Esa percepción que tenemos se despierta en nosotros sin darnos cuenta. Ello es causa de que nuestro yo se siente apoderado de una gran tristeza y melancolía. Es imposible llorar si no se siente dolor, rabia, si no se está triste o alegre.

La música quizás también en otras artes expresa y especialmente en el flamenco, a veces, lo inconmensurable de ese misterio conocido como el duende. Éste, en tanto que cualidad perceptible, sólo se da a través de una que llamamos cierta irracionalidad, que tiene su justificación en nuestros sentimientos. Ello quizás lo sea así porque tal manifestación se encuentre más cerca del romanticismo, de lo sublime y de la belleza del discurso en su aspecto más literario, que de la realidad del hecho en sí mismo, y de cuya valoración más brillante está en el condicionante anímico del instante en que éste se vive y percibe.

Es una perogrullada decir que la muerte de Paco no es una muerte más, es la de Paco. En un Paco de Lucía con todo su peso en la historia de la música y del flamenco en particular. ¿Quién puede acceder al interior de ese bagaje? Únicamente él podía acceder. Ello es un tesoro cuyo valor se nos escapa de la mente. Pese a lo mucho dejado, sabemos solamente algo de su contribución. Muy poco, apenas nada añadiríamos. No obstante ese legado es inmenso.

Por todo ese caudal también lloramos. Debemos de tener presente que sentimos dolor porque la muerte no nos lo ha secuestrado por un tiempo finito al más grande guitarrista del mundo, sino para siempre, para la eternidad. Para la eternidad también nos queda la obra del algecireño.

Yo también he llorado Pedro. Además es bueno llorar, a Paco y a muchos Paco cuyos ejemplos de vida se encuentran arraigados en nuestros corazones. Ésa no es una lágrima más provocada por el dolor de la amarga verdad de su muerte, sino consecuencia de ese traicionero golpe desde el contraste que sentimos en un gesto de admiración y cariño hacia el genio. Hoy si tuviéramos que explicar en un diccionario el significado de genio, bastaría con sólo pronunciar o escribir el nombre de Paco de Lucía.

¿Cuántas lágrimas se han ido con Paco? Imposible saberlo. Nosotros no lloramos sólo por él. Evidentemente se llora por la persona querida, y Paco es querido en todas las franjas y territorios del mundo. Lloré por él y por todo lo que él representa para el arte flamenco, por lo que él significa para algo tan extraordinario e impresionantemente rico como es esta música, de la que además de servirse, nos ha servido y nos sirve con su espléndida obra para alimentar nuestros días, minutos y segundos.

Todos hemos llorado alguna vez de rabia por las muchas veces que el flamenco ha sido maltratado y vilipendiado por la incomprensión, el cinismo y la hipocresía social, pero en esta ocasión lo hemos hecho por un hombre que toda su vida se la ha pasado acariciando las seis cuerdas de su guitarra.

Él, más que ningún otro, entró no sólo poniendo paz, sino también música en todas las instituciones del mundo y en el corazón de aquellos que ni tan siquiera entendían determinados encuentros con otras músicas. De ahí que, en  cientos de escenarios muy diversos hoy sus públicos también lo estén llorando.

Por todo eso, Pedro, tú lloras. Por todo eso yo lloro.
Luis Soler Guevara
Málaga, 28 de febrero de 2014

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