La guitarra, incluso más que el cante, ha sido a veces, causante fundamental de las más importantes modificaciones y avances en este género musical. Este fenómeno es de sobras conocido en la historia del cante flamenco. Ese hecho lo llevaron a cabo los grandes de la guitarra de la mano de notables cantaores como fueron Silverio, Chacón, Manuel Torre, los Pavones, Marchena, Caracol, Antonio Mairena, Camarón y otros.
Desde siempre el premiar al que se marcha, ha sido y es motivo —diremos rebajando un poquito el tono— de algún que otro disparate. Cuando el que se va —además de ser un genio— lo hace con una edad de cuarenta y un años, las valoraciones no suelen ser ecuánimes. Ello hace que se cometan muchas equivocaciones o exageraciones, incluso que haya juicios cicateros respecto del artista.
Sin ánimo alguno de rebajar un solo gramo de genialidad a José Monje Cruz, al que me estoy refiriendo, estimo que algunos comentarios y valoraciones, que en esos momentos tan críticos como dolorosos para sus familiares, se hicieron en los medios —quizás por lo acertado de los mismos— no deban silenciarse. No obstante la razón de oportunidad no se respetó por todos. Y una vez más, la muerte de un genio sirvió para el interés del oportunismo.
La crítica cuanto más argumentada y desnuda de intereses mediáticos, es más veraz. ¿Quién habla mal del que se va de este mundo? Máxime, si éste además de joven es un genio o a la inversa, si se es muy joven y además un genio. Cuando Camarón murió Paco no se quedó viudo artísticamente. Él estaba en otra cosa. Camarón había sido una hermosa etapa en su vida, pero un artista de la capacidad creativa de Paco no podía volver a hacer lo que veinticinco años antes ya había hecho, ni tan siquiera con su hermano Pepe. No podemos saber las razones y posicionamientos de los Lucía a ese respecto, no estamos dentro de sus cabezas, pero sí es entendible, pese a lo expuesto, la grabación de Potro de rabia y miel.
Toda persona que tenga un mínimo de conocimiento de sí misma sabe de sus limitaciones, no hay que mostrárselas. Quien obvie eso es un osado y se engaña a sí mismo. Todo artista que gracia a su genialidad marca un referente histórico está sujeto a diversas valoraciones. Así ocurrió con Marchena, Caracol y Mairena por citar algunos nombres. Con Camarón no iba a ser menos.
Es cierto que los genios tienen sus épocas: nacen y se hacen en el contexto de la misma. Por tanto, su obra está marcada por su época.
Esto no impide que vertamos determinadas valoraciones que nacen por comparar hechos y épocas que nos gustan, aunque no sean comparables.
Tras la muerte de Paco, se irán poniendo muchas cosas en su sitio. Podremos analizar con más datos y menos pasión el papel que en la historia del arte flamenco ha jugado esa pareja inmortal que formaron Paco de Lucía y Camarón de la Isla, y en la que a veces surgía un tercero. Me refiero a José Sánchez Gómez, “Pepe de Lucía”, a quien el silencio lo ha marginado, siendo él un elemento fundamental en el tándem Camarón-Paco.
¿Dónde ha estado Pepe de Lucía durante todo ese maridaje artístico de su hermano Paco con Camarón? Estimo que ha estado más ignorado que perdido. Ha estado asumiendo lo que mejor era para el flamenco y, en particular, para su hermano Paco. Y lo ha hecho, sin afán de protagonismos y sin avisar al fotógrafo “que pasara por allí”.
Muchas veces los aficionados hemos citado —refiriéndonos al de la Isla— que ese cante no es de José, sino de Pepe; que esa música, ese son, esos acopios son de Pepe y no de ningún otro artista; que los álbumes Viviré y Potro de rabia y miel, prácticamente son suyos, tanto en su composición como con otras ayudas. También son de Pepe de Lucía otros muchos temas sueltos impresionados en otros elepés y cedés, que no apuntamos en estas líneas por no ser propio de este artículo.
No obstante citaremos un gran trabajo del que Pepe se puede sentir orgulloso. Tal vez sea uno de los más flamencos de su discografía aunque contenga algunas piezas más modernas: El orgullo de mi padre (1996). En él hay varios cortes festeros muy bien llevados. No podemos decir lo mismo de las modernas cantiñas. Pepe impresionó ese disco con una edad muy propia para la reflexión. Ya los temas escogidos y bien encajados quedan avalados por la experiencia de sus entonces cincuenta años.
¿Sería correcto plantear que por Pepe no se apostó, que se creyó que con ser el “hermano de”, era suficiente? En realidad no le prestaron suficientes apoyos, pese a que poseía un timbre de voz de una justeza extraordinaria para el tipo de flamenco que Paco realizaba en determinados momentos. ¿O no?
Pepe tuvo en su familia, primero: a su padre, y con él, la experiencia viva que fluye en el submundo del flamenco. Segundo, a su hermano Ramón, guitarrista; y tercero, al genio de Paco de Lucía ¿Todo ello le vino bien, era bastante o, por el contrario, le perjudicó? No es difícil contestar a esa pregunta. Lo que sí es complicado es convivir con un genio, siendo además hermano. Por eso entendemos que la respuesta la puede dar, un psicólogo especializado en cuestiones familiares.
Los consejos de su padre eran mezcla de imposición y de aviso. Sus hijos los asumieron de tal manera que por dinero no rebajarían ni cambiarían su dignidad ni su arte, y todo lo que el flamenco representaba. Todos recordamos aquel gesto de Paco con ocasión de la EXPO de Sevilla. Estoy en el pleno conocimiento de que tanto Ramón como Pepe hubieran hecho igual. Eso era como la piedra fundamental del orgullo de su padre.
Pepe no olvida esa lección pero todavía le quedaba una que aprender, y la aprendió, precisamente en su casa, dando con ello muestra de un gran humanismo. A Paco que tantas veces acompañó a Pepe que tenía apenas veintitrés años le “meten por medio” a un cantaor que ni tan siquiera había cumplido los dieciocho ¿Qué estaba pasando? ¿Su propia gente le estaba relegando a un segundo lugar? Ya no se siente el cantaor que era acompañado por su hermano Paco, ni tampoco el cantaor de la familia.
Pepe de Lucía, lógicamente, se preguntaba qué estaba pasando. Sus sospechas y temores se vieron confirmados cuando escuchó a ese “niño” cantar. El niño era un viejo a pesar de su corta edad, lo conocía ‘to’.
“¿Qué hay de lo mío?” se preguntaba Pepe una y otra vez no sin ciertas razones. El más chico de los Lucía ¿desobedeció a su padre? ¿El padre de los Lucía descubrió otra voz?
Es frecuente que promotores y aficionados al flamenco antepongan una nueva voz en la agenda de sus intereses y gustos y darle pompa y promoción al artista mediático. Al que tratan como un producto para su comercialización. Efectivamente, no solo lo hacen para ensalzar los méritos del tal, sino para exagerarlos hasta el engaño. Esto, que se ha hecho en infinidad de ocasiones no lo necesitaba Camarón y mucho menos Pepe de Lucía que ya tenía un trayecto recorrido. Pero ya se sabe, que hablen de uno aunque sea malamente siempre viene bien.
Como hemos apuntado antes a Pepe apenas se le promocionó a pesar de que tenía en su sentir los cantes de Pastora, Chacón y Manuel Torre nada menos. Con Pepe se ha hecho todo lo contrario. ¿A dado motivo él para ello? Quizás, pero si esto hubiera sido así, estimo que sin ninguna maldad por parte suya. Entre otras razones porque él sería el más perjudicado como así fue.
Quienes conocen a Pepe lo consideran buena persona y un gran hermano. Si no fue quien metió a Camarón en su casa, sí quien más hizo para que se quedara. De este modo sacrificó parte de su valía en pos del flamenco y no puso impedimento a que ese gitanito rubio le hiciera sombra. Pero antes vivió la circunstancia de su juventud como el cambio de voz: muchas cosas se iban diluyendo. Pepe de Lucía aunque guardaba silencio no se sentía muy satisfecho, pero aun así hacía las bases de muchos temas que Camarón luego dejara impresos. Prácticamente le asociaba a las letras que el de la Isla grababa sus formas melódicas.
El encanto de los Chiquitos de Algeciras ya quedaba muy lejos, poco menos que olvidado. Son otros los tiempos que corren, y otras también las circunstancias de vida. Apenas nadie se acuerda del concurso de Jerez, ni tampoco del suculento premio que recibió: 35.000 pesetas de aquellos tiempos a Pepe y 4000 a Paco.
No es fácil olvidar la historia por mucho tiempo que pase. Máxime, cuando ésta deja huellas que son imborrables e imperecederas. Pero Pepe de Lucía no se alimenta con el recuerdo de aquellos días únicamente, aunque lo cultive y tenga presente en la retina de su memoria.
Ello que es así, nos hará detenernos, aunque con brevedad, para decir que Paco empezó a ser lo que ha sido —nada menos que el guitarrista más grande de todos los tiempos— de la mano de su hermano Pepe. Nos remontamos al año 1962 y Jerez como marco y centro de la geografía cantaora. Nada menos que la tierra que vio nacer a don Antonio Chacón, Manuel Torre, Juanito Mojama, El Gloria, Isabelita de Jerez, La Requejo, Viejo Agujeta, Tío Borrico, Sernita, Terremoto La Paquera y una larga lista por todos conocida.
En aquel entonces en Jerez de la Frontera, Pepe sale premiado nada menos que con los cantes malagueñeros de don Antonio Chacón. Dicen que su padre le cuidaba y enseñaba los cantes tal como eran, que si tal, que si cual. Bien, es cierto, pero quien cantaba era Pepe, quien tenía que conocer los cantes para luego hacerlo era Pepe, y Pepe era aquel chiquillo que con dieciséis años se sube al escenario del Teatro Villamarta jerezano en mayo de 1962 y canta de tú a tú —en esas fechas— a artistas que le doblaban su edad como Jarrito, Terremoto, Paco Toronjo y algunos más.
Pepe, que desde años antes se hacía acompañar por su hermano Paco, tras el concurso de Jerez no ha parado de hacer flamenco, flamenco de calidad y otros temas más comerciales. De él partió la necesidad de que ambos trabajaran con José Greco cuando éste, al parecer, tenía algunas reticencias con Paco, por cierto nunca aclaradas.
Al margen de la cantidad de discos grabados y de su colaboración con muchos más. También ejerció el papel de letrista. Así, entre otros, escribió temas para Camarón de la Isla, Remedio Amaya, incluso para Alejandro Sanz. A la tarea de producción de nuevos valores a los que Pepe ha dedicado su tiempo y saber, no se le ha prestado mucha atención. Recuerdo que fui testigo en Algeciras de cuando él dirigió la grabación (1989) de cinco elepés de los cantaores jerezanos El Torta, La Macanita, El Capullo y Fernando Terremoto (hijo) con la guitarra de Moraito y Ramón Trujillo.
Tampoco se pueden obviar sus primeros discos (flamencos al cien por cien). De su primer álbum Los Chiquitos de Algeciras (1963), merece destacar, por supuesto, además de sus cantes, la suma de la edad de los dos hermanos no era superior a los treinta y tres años. Quizás por ello la pareja más joven de la historia. Con esa edad es imposible cantar ni tocar mejor. Tanto siguiriyas como malagueñas, tonás, martinetes, soleares y otros cantes son de una dimensión y perfección increíbles.
Mucho es el contenido y sustancia flamenca que Pepe ha derramado en sus grabaciones, fruto de la impresión y su epidérmica necesidad de hacer flamenco, Pepe también ha grabado otros muchos discos que merecen el aplauso de los aficionados.
Paco empezó como el hermano de Pepe. El tiempo convino y estableció otros acuerdos, y es que Paco empezó a ser PACO, con mayúsculas, cuando Pepe paladeaba sus primeros éxitos. No obstante Pepe de Lucía seguía siendo un primer espada. Después vendrían muchos discos y éxitos como el cedé El corazón de mi gente, que recibió el premio Grammy Latino. Hoy, la fatalidad ha querido que Paco no esté, pero queda Pepe de Lucía que aún tiene mucho que decir.
Luis Soler Guevara.
Málaga, 11 de marzo de 2014.
entrañable y meritorio articulo del sr luis soler gran poeta escritor y mejor conocedor y aficionado y respetado en el mundo del arte y sobre todo el flamenco mas tradicional.La humildad de Don Luis soler no tiene limites. Donde quedo la medalla de Andalucia de este genial ser humano que merecia por derecho propio y por edad tenerla,¿pero sabemos concretamente donde vivimos y lo que hacemos?NO pero hay halgo que si conocen la mayoria de los .................. que es mas interesante la foto.
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