Lamentábamos aún no hace un mes la muerte de uno de
los más grandes renovadores de la poesía española de los años sesenta. Félix
Grande, poeta y escritor vinculado al mundo del flamenco, fue Grande como su apellido y
nos dejó cuando enero eclipsaba sus días. Un mes antes el año acababa con la
muerte de un gran artista jerezano, el cantaor, Juan El Torta, auténtico
bastión del cante jerezano, y a finales de noviembre también nos dejaba Mariana
Cornejo, arquetipo de mujer flamenca que por su condición de artista gaditana estaba
‘pasaíta’ de sones festeros.
¡Qué racha! En todos estos sucesos precisamos un
elemento común: todas las muertes se dan a finales de mes, y todas en meses
correlativos (noviembre, diciembre, enero y febrero).
Ahora, cuando todavía aguantábamos la respiración por
la pérdida del amigo, del maestro, de ese ingeniero del verso que fue Félix; cuando
no nos habíamos recuperado de tan doloroso acontecer, sentimos que el techo se
nos hunde y el corazón se nos pone en un puño. ¡Ha muerto Paco! Todo
transcurrió tan rápido que ni la misma muerte se dio cuenta de que se lo
llevaba. ¡Ha muerto Paco!
Cómo siempre ante un suceso de tal naturaleza no nos
lo podíamos creer, o mejor dicho, no nos lo queríamos creer. Ayer mismo o sea,
el martes, ya avanzada la tarde, su hermano Pepe me llamaba a casa donde me
encontraba con Rafael Ruiz García, aficionado que es de la Peña Juan Breva. Efectivamente,
ese tan triste y doloroso percance aún no era noticia. Es más, la conversación
que ambos mantuvimos giró sobre el mundo del cante y, especialmente, escuchando
a Caracol.
Al margen de esto, Pepe me dijo también que no se
encontraba bien, que había ido al médico donde le hicieron unas pruebas
estomacales, pero de Paco, hablamos como siempre, y es que hablar con Pepe de
Lucía de él o de su hermano Paco, es un gustazo, de ahí que estas
comunicaciones duren más de un hora, pese a que nos llamemos con cierta
frecuencia.
Y, ahora, de pronto, cuando nos disponíamos Isabeli (mi
mujer) y yo a desayunar ambos recibimos otron mazazo: ¡Ha muerto Paco! ¿Qué
dices? Están dando noticias en la radio me insiste Isabeli. ¿Pero qué pasa, qué
está pasando? Joder no puede ser. ¿No se habrán equivocado? ¿Qué pasa?
Desgraciadamente era cierto, Paco ha muerto, y sin él
se nos hace imposible escribir un sólo renglón.
Paco es una enorme pérdida para el mundo de la música
y especialmente para el flamenco. Lo es también para la humanidad dada además su
humildad y grandeza, vivo ejemplo de persona de gran valía. Ha muerto un hombre
bueno y noble con unos meritos acumulados a lo largo de su historia que provocará
un huracán de noticias en el mundo. Mañana todas las editoriales recogerán su
muerte, su biografía, y con ello, aportarán miles de perfiles que sobre su
impresionante figura irán surgiendo desde el último rincón del mundo hasta la
ciudad que le vio nacer y crecer: Algeciras.
Hoy, esta ciudad, más que ninguna otra del hemisferio
flamenco, se viste de negro luto, y con ella posiblemente millones de personas
que sabían de las excelsas cualidades del maestro. Del más grande guitarrista
del mundo como así certificara Antonio Mairena en la Unión en 1974, cuando Paco
contaba sólo con veintiséis años.
Y es
que Paco ha sido el más grande entre los más grandes, quizás el primer genio
que nos depara el presente siglo. Paco es el músico flamenco que ha revolucionado
y modificado una parte muy importante de la música en el mundo, que ha sugerido
y logrado los más firmes encuentros entre la música clásica y el flamenco, abanderando
y consolidando un proceso de renovación casi imposible de culminar. Y lo ha hecho
con una guitarra que en sus manos se transforma en una orquesta ¡Ole tú!Luis Soler Guevara
Málaga, 26 de febrero de 2014.
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