Publicado en el libro "Reflexiones sobre el Flamenco y los Flamencos". 4 de diciembre de 2012. Autor: Luis Soler Guevara.
Desde hace años venimos escuchando el cante de José Salazar. Ya a finales de los años cincuenta, cuando Antonio Mairena lo incluyó en la Antología del Cante Flamenco y Cante Gitano, tuvimos ocasión de descubrir sus capacidades interpretativas grabando fandangos de Huelva, fandangos de Lucena, verdiales y tarantos, o sea, nada menos que cuatro cortes que gozaron de la confianza plena de Antonio Mairena que dirigió la citada colección de cantes.
Esos cuatro cantes que se incorporaron en la citada antología fueron muy importantes para Salazar. Él fue muy consciente de ello dado que tras el de Mairena del Alcor era él el que más cortes tenía en esos tres elepés. Además lo hacía junto a cantaores de una talla impresionante cuando apenas si tenía veinte y tres años.
Tras ese acontecimiento, tanto en discos como en escenarios muy diversos le hemos escuchado cantar. Recuerdo algunas de sus actuaciones pero especialmente, una de estas que tuvo lugar en la Peña Juan Breva. De ello hace casi veinte años. En aquel entonces, por su majestad y grandeza su cante nos sorprendió más allá de lo bien que casi siempre lo hacía.
En dicha reunión, ya de pie en la barra, sin guitarra, improvisó unas viejas soleares afincadas en Cádiz y Triana que prendieron y arañaron mi corazón. Pero antes ofreció un lote de cantes de Huelva que posteriormente ya nunca tuvimos la suerte de escucharlo con tanto esplendor y dominio. Aquella tarde la emoción recorrió mi cuerpo. Yo aunque tenía noticias y referencias de Salazar no creía que cantara con tanto gusto y sabor. Sinceramente quedé tan sorprendido como emocionado.
En el recuerdo quedaron para siempre esos sones que ya nunca volvería a escucharle con tanta enjundia. No fueron menos densos los fandangos de Huelva capital y algunos otros alosneros que anteriormente había interpretado. Al menos seis o siete letras cubrió en su recorrido por esa geografía, ligándolos todos ellos como él nos dijera después: “esos cantes van ligaos y no como lo hacen otros que lo paran y respiran quince veces”. Efectivamente, los fandangos de Huelva son unos cantes cuyos tercios hay que exponerlo como Salazar así nos afirmó.
Ya en aquel entonces notábamos como su flamenca voz encontraba serias dificultades para decir el cante, pero le quedaba y le queda un corazón que sabe como arrancar los tercios y el cante de raíz. No obstante, esa cuestión que sería definitoria para muchos artistas para él no lo era. Sin voz es cierto que no se puede cantar, pero sin corazón aún menos se puede expresar y comunicar el cante. Cuando se pierden facultades, queda el conocimiento —si se tiene— y el corazón si se pone en el cante, sin duda se sale airoso de la pelea. Salazar es todo corazón. Él lleva el cante acumulado en las vísceras de su cuerpo en donde ha ido depositando una solera que todavía a sus años es capaz de deleitarnos.
Estos son los atributos más importantes que aún tiene José Salazar. Esta combinación sólo se da en aquellos artistas que saben cómo comunicar las vivencias que tienen en su interior diferenciando, al propio tiempo, los aromas y perfumes de los cantes con todos sus matices y riquezas.
José Salazar sabe lo que es transitar por ese camino pese a las dificultades que generan los años. Salazar todavía en un momento dado, encontrándose a gusto, es capaz de paladear y comunicar el sabor tan peculiar de los sones gitanos y flamencos de las distintas geografías cantaoras. Su flamenquería nos muestra un diseño lírico que conecta con las formas y medidas de los cantes. De él debemos decir es la intención hecha cante. Hasta su mirada sirve de apoyo para decir el cante.
Salazar es un cantaor largo. No se detiene únicamente en los cantes más celebrados, ni siquiera en los más conocidos por la afición. Para él hay otros palos que han requerido su atención pese a los pocos intérpretes que han tenido. Estos son la alboreá, la mariana, la caña, la serrana, el mirabrás, la trilla o villancicos. Estos cantes también han tenido cabida en su extenso repertorio grabándolos en su discografía, pero donde él se siente más seguro y realizado como artista es en la soleá y la siguiriya. En estos palos aunque sigue, al igual que muchos cantaores el magisterio mairenero, sin embargo hemos observado algunos detalles de su cosecha.
A todo este bagaje hay que añadirle las ricas versiones que hace en los cantes de levante en los que nuestro cantaor brilla con luz propia en el taranto y en algunos otros estilos del Cojo de Málaga. Si a los citados cantes también le sumamos los fandangos naturales, a los que presta no poca atención, debemos acabar precisando que José Salazar forma parte de esa nómina de artistas que merecieron el título de cantaores largos.
Desde hace años venimos escuchando el cante de José Salazar. Ya a finales de los años cincuenta, cuando Antonio Mairena lo incluyó en la Antología del Cante Flamenco y Cante Gitano, tuvimos ocasión de descubrir sus capacidades interpretativas grabando fandangos de Huelva, fandangos de Lucena, verdiales y tarantos, o sea, nada menos que cuatro cortes que gozaron de la confianza plena de Antonio Mairena que dirigió la citada colección de cantes.
Esos cuatro cantes que se incorporaron en la citada antología fueron muy importantes para Salazar. Él fue muy consciente de ello dado que tras el de Mairena del Alcor era él el que más cortes tenía en esos tres elepés. Además lo hacía junto a cantaores de una talla impresionante cuando apenas si tenía veinte y tres años.
Tras ese acontecimiento, tanto en discos como en escenarios muy diversos le hemos escuchado cantar. Recuerdo algunas de sus actuaciones pero especialmente, una de estas que tuvo lugar en la Peña Juan Breva. De ello hace casi veinte años. En aquel entonces, por su majestad y grandeza su cante nos sorprendió más allá de lo bien que casi siempre lo hacía.
En dicha reunión, ya de pie en la barra, sin guitarra, improvisó unas viejas soleares afincadas en Cádiz y Triana que prendieron y arañaron mi corazón. Pero antes ofreció un lote de cantes de Huelva que posteriormente ya nunca tuvimos la suerte de escucharlo con tanto esplendor y dominio. Aquella tarde la emoción recorrió mi cuerpo. Yo aunque tenía noticias y referencias de Salazar no creía que cantara con tanto gusto y sabor. Sinceramente quedé tan sorprendido como emocionado.
José Salazar en "Singulares de Málaga en Flamenco '09" |
Ya en aquel entonces notábamos como su flamenca voz encontraba serias dificultades para decir el cante, pero le quedaba y le queda un corazón que sabe como arrancar los tercios y el cante de raíz. No obstante, esa cuestión que sería definitoria para muchos artistas para él no lo era. Sin voz es cierto que no se puede cantar, pero sin corazón aún menos se puede expresar y comunicar el cante. Cuando se pierden facultades, queda el conocimiento —si se tiene— y el corazón si se pone en el cante, sin duda se sale airoso de la pelea. Salazar es todo corazón. Él lleva el cante acumulado en las vísceras de su cuerpo en donde ha ido depositando una solera que todavía a sus años es capaz de deleitarnos.
Estos son los atributos más importantes que aún tiene José Salazar. Esta combinación sólo se da en aquellos artistas que saben cómo comunicar las vivencias que tienen en su interior diferenciando, al propio tiempo, los aromas y perfumes de los cantes con todos sus matices y riquezas.
José Salazar sabe lo que es transitar por ese camino pese a las dificultades que generan los años. Salazar todavía en un momento dado, encontrándose a gusto, es capaz de paladear y comunicar el sabor tan peculiar de los sones gitanos y flamencos de las distintas geografías cantaoras. Su flamenquería nos muestra un diseño lírico que conecta con las formas y medidas de los cantes. De él debemos decir es la intención hecha cante. Hasta su mirada sirve de apoyo para decir el cante.
Salazar es un cantaor largo. No se detiene únicamente en los cantes más celebrados, ni siquiera en los más conocidos por la afición. Para él hay otros palos que han requerido su atención pese a los pocos intérpretes que han tenido. Estos son la alboreá, la mariana, la caña, la serrana, el mirabrás, la trilla o villancicos. Estos cantes también han tenido cabida en su extenso repertorio grabándolos en su discografía, pero donde él se siente más seguro y realizado como artista es en la soleá y la siguiriya. En estos palos aunque sigue, al igual que muchos cantaores el magisterio mairenero, sin embargo hemos observado algunos detalles de su cosecha.
A todo este bagaje hay que añadirle las ricas versiones que hace en los cantes de levante en los que nuestro cantaor brilla con luz propia en el taranto y en algunos otros estilos del Cojo de Málaga. Si a los citados cantes también le sumamos los fandangos naturales, a los que presta no poca atención, debemos acabar precisando que José Salazar forma parte de esa nómina de artistas que merecieron el título de cantaores largos.
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